Jacinta, que regaló su caserío dos veces

Caso real de sanación en el Centro Alsia, a través de un proceso terapéutico completo 

Quiero explicarte el proceso de Jacinta, que fue más lento y elaborado que el de Pedro, explicado en otra entrada de este blog, para que comprendas que cada caso es diferente, pero que siempre se nos muestra un camino de sanación.

Esta chica, una señora de sesenta y algunos años, me dijo en su primera consulta: “creo que vivo bien, ya estoy jubilada y tengo una vida ordenada, apacible, pero sé que algo estoy haciendo mal, porque tengo una artritis muy dolorosa en manos y rodillas, ¿me puedes ayudar?”. Todo un desafío, ¿verdad?

Como es habitual, le expliqué la técnica de la terapia regresiva y definimos lo que le íbamos a pedir a su alma: que nos mostrara el origen de ese síntoma físico. Lee, si quieres, el siguiente enlace para saber más sobre lo que es una sesión de regresión terapéutica: https://www.centroalsia.com/regresiones-a-vidas-pasadas/

Se vio en una vida pasada con una infancia muy similar a la vida actual, donde vivía en un caserío con sus padres, hermanos y hermanas. Fue la hija que se quedó soltera y que acabó siendo la cuidadora de sus padres mayores. No sintió el reconocimiento de la familia por destinar su vida a cuidar a sus padres y se sentía oprimida y rechazada. Sintió ahogo varias veces durante la sesión, angustia por querer irse de allí pero no saber cómo hacerlo. Vivió toda su vida en la casa familiar y murió aburrida y renegada.

Jacinta ya me había contado que, en la vida actual, nació en el entorno rural y que en la adolescencia se había venido a vivir a la cuidad con una tía, para poder estudiar. Tras estudiar consiguió trabajo en la ciudad y decidió comprar un piso e independizarse de su familia. Pero solía ir a menudo al caserío, donde seguía viviendo una hermana con su propia familia.

Todo parecía correcto en la vida actual, pero la vida pasada que había rescatado nos hacía ver que quizás esa infancia y adolescencia en el caserío tenían que ver con la artritis.

No sabíamos cómo, pero esa era la respuesta a la petición que le habíamos hecho a su alma y debíamos averiguar la relación.

Tras esta primera sesión, me confesó, sorprendida, algo así: “no me había dado cuenta de la angustia que tenía en el caserío cuando era joven. Realmente necesitaba salir de ahí. Pero siempre me ha quedado la sensación de que me echaron del caserío, como si no me mereciera heredarlo”.

Así, gracias a haber recordado esa vida pasada pudo ser consciente de emociones actuales que no se había permitido sentir, como la de sentirse rechazada, no reconocida y explotada, utilizada de alguna forma. Poco a poco fuimos viendo la lucha interna que sentía en la vida actual: por una parte, haberse ido del caserío fue algo deseado y necesario; pero, por otra parte, el caserío seguía perteneciéndole y sentía que su hermana se lo había “quitado”.

Pasaron varios meses antes de que Jacinta se “acordara” de que en realidad hacía años que le había vendido la mitad de la casa a su hermana… ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo era posible? Había olvidado que había vendido la casa… por una parte, porque no la había vendido convencida, como veremos enseguida. Y por otra parte, porque no cobró el importe acordado…

Jacinta es una mujer muy mental y racional que le cuesta conectar con las emociones, por lo que durante unos meses, nos hemos visto semanalmente para que la intensidad del proceso nos ayude a abrir la parte emocional de su mente.

Hemos combinado sesiones de conversación con sesiones de regresión a la infancia y adolescencia. Hemos hecho alguna regresión más a vida pasada, pero en general no le aportan demasiado y hemos preferido profundizar en esta vida y rescatar matices olvidados, emociones pasadas no atendidas.

No sólo eso, con Jacinta hemos utilizado una amplia gama de recursos:  le he ido aplicando sanaciones energéticas y chamánicas, le he explicado ejercicios de visualización donde sus articulaciones están sanas y perfectas, ha aprendido respiraciones conscientes y técnicas de meditación, y ha aplicado en la vida cotidiana recursos relacionales que hemos ido viendo, poniendo consciencia en las interacciones con sus familiares, detección de roles, etc. Al mismo tiempo, ha adoptado la dieta recomendada por Anthony Williams, específica para artritis.

Poco a poco, ha notado que algo se está “soltando”, como si antes viviera muy apretada y como si pudiera relajarse. He de decir que Jacinta se ha entregado fielmente y con determinación a practicar todos los recursos que hemos ido viendo. La suma de todo esto ha hecho que la calidad de vida de esta chica haya aumentado considerablemente.

También he canalizado un par de veces para ella: la primera vez para comprender hacia dónde debíamos mirar y la segunda vez para ver si había algo oculto todavía que no habíamos visto. En esta primera vez recibí un mensaje muy claro: la artritis comenzó el día en que firmó las escrituras del piso de la ciudad a donde acabó yendo a vivir a la edad de 30 años aproximadamente. Ella no sentía para nada que ambas cosas estuvieran relacionadas y mi trabajo consistió en acompañarla a su ritmo, sin insistir, sabiendo que llegaría el día en que todo encajaría. Porque lo importante es que sea la persona la que haga la conexión.

Y esa conexión sucedió unos meses después: en estado de supraconsciencia, en relajación profunda, rescató recuerdos de esta vida que tenía olvidados.

 

La sesión determinante

Antes de esta sesión, como ya hemos visto, ya había recordado que hubo un acuerdo por el que ella le vendía la mitad del caserío a la hermana y se pactaba un precio. En el momento de pactar la compraventa, ella llevaba años viviendo en la ciudad y la hermana había formado su propia familia en el caserío y quería tener la propiedad completa. A nivel simbólico, era como si comprarse un piso en la ciudad hubiera sido como desistir de poseer el caserío, como desterrarse, como apartarse de la familia. Venderle ahora su mitad de la casa era como completar ese destierro, como terminar de rendirse, pero no supo negarse. Para entonces, ya habían empezado los síntomas visibles de artritis.

En la sesión de regresión, fuimos repasando diferentes momentos del pasado hasta que dimos con esta conversación, que Jacinta había olvidado por completo. Estando en la cocina del caserío, la hermana le dijo: “Jacinta, querida hermana, ya sé que no te he pagado todavía, pero es que hemos gastado mucho dinero en la reforma y rehabilitación de la casa, ya lo sabes, ¿qué tal si consideramos que el dinero invertido en la casa es como si te hubiéramos pagado a ti? Al fin y al cabo, tu dejarías en herencia tu parte a mis hijos, ya que tú no tienes…”

Y Jacinta, sin tiempo para reflexionar, dijo un tímido “sí, claro, al fin y al cabo, es para tus hijos…”

Fue realmente catárquico para esta chica tener que enfrentarse al hecho de que su hermana no le debía nada. Ya no se justificaba el resentimiento que sentía por ella desde hacía tanto tiempo. Llegó a decir, en la toma de consciencia, que sentía que había sido una gran pérdida de tiempo, que no tenía sentido agarrarse al caserío. Y lo decía apretando los puños, contrayendo el cuerpo… esa tensión muscular en manos y piernas que había contribuido, sin duda, a la artritis.

 

Un Ritual para regalarle el caserío, esta vez convencida

Para completar la sanación le propuse un acto de psicomagia, un ritual canalizado específicamente para ella: un acto simbólico con el que le regalara el caserío a la hermana, para no quedarse con la sensación de que todavía le debía parte del dinero ni de que le había sonsacado el perdón de la deuda en una conversación ligera. Estuvo de acuerdo.

Y así lo hizo: Jacinta le regaló el caserío a su hermana nuevamente, pero esta vez conscientemente y totalmente convencida. Comentó que los primeros días del ritual le costó decir en voz alta aquello de que “yo te regalo el caserío” que repetía el Decreto, y que con el paso de los días fue aceptándolo y soltándolo, hasta que se sintió completamente liberada.

Desde entonces, se lleva mucho mejor con su hermana y su familia y ella misma se encuentra más ligera y feliz y prácticamente sin dolores. Ha renovado su vestuario y luce una sonrisa confiada que regala con generosidad. Ha puesto orden en muchos más asuntos que los familiares y se ha desprendido de relaciones que no le hacían sentirse valorada y respetada.

Según sus propias palabras, de otoño de 2023: cuando comenzó la terapia su nivel de dolor era de 10 y tenía mucho bloqueo. Ahora se siente mucho más ligera y con claridad mental y el dolor ha bajado a 2. Valora especialmente haber aprendido a entender las emociones y a canalizarlas.

Ahora nos vemos de vez en cuando a modo de mantenimiento y es estupendo ver cómo ha recuperado su poder y se ha reconciliado con su cuerpo y su familia. Y seguimos “puliendo el diamante” para que deje de somatizar en el cuerpo los pequeños rencores y miedos que sobrevienen a veces.

 

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Gracias por estar ahí, bella alma lectora 💛

 

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