La culpa

Visión espiritual o transpersonal de la culpa

La emoción primigenia, la primera sensación de incomodidad que sufrió el Hijo, cuando se separó del Padre, fue sentirse solo, separado.

Fue tan doloroso, que se sintió culpable por haberse separado.

Dicho en términos hindúes, Brahman, que estaba solo, aburrido de la Nada, antes de crear nada, sumergido en esa paz y ecuanimidad absolutas, decidió imaginarse que una parte de sí mismo se separaba y creaba un ser con consciencia propia. Para entrar en relación, para comunicarse con “alguien”. Ya no era Uno, sino Dos.

En el instante en el que creó la Dualidad surgieron la sensación de soledad y de tristeza. Y la culpa por haberse separado de la Fuente.

Y esto es lo que repetimos una y otra vez los seres humanos, a modo de réplica exacta de lo que sucede “ahí arriba”.

Podríamos decir que “como es arriba es abajo” y que la ilusión de sentirnos separados los unos de los otros nos produce sufrimiento constantemente.

Ahora le llamamos ego: un programa mental que nos hace sentir que somos seres independientes y separados, personas con su propia personalidad individual, con sus memorias, deseos y aversiones. Ese programa mental que es necesario para vivir en la ilusión de la 3D, para sobrevivir en este mundo hostil, nos hace pagar un precio muy caro: el ego siempre produce sufrimiento.

Ya sé que es complicado de entender que no estamos separados y que esa sensación es solo una ilusión, pero es la base de todas las enseñanzas espirituales de toda la historia de la humanidad.

Cuando la Biblia dice que Dios está en todas partes, eso es exactamente lo que quiere decir: que solo existe un Ser, que se manifiesta de miles de formas, como persona, como monte, como gato, como piedra…

Si resuenas con el Kybalion, enseñanza del Antiguo Egipto, eso es lo que dice la Ley del Mentalismo, que somos una creación mental de Dios, un pensamiento de la Fuente, nada más.

Si aceptas esta visión de la culpa, el camino de la espiritualidad profunda, el misticismo al fin y al cabo, te dará la paz que tanto anhelas. Y te mostrará con experiencias ineludibles que todos somos Uno y que solo hay un Ser sintiente, una mente que piensa. Esas experiencias ineludibles se llaman vislumbres, comprensiones, visiones… y su apogeo es la realización en el Ser, la iluminación, la dicha y el gozo. 

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Visión física o psicológica de la culpa

Desde el punto de vista personal, de la vida de una persona, de tu vida y de la mía, podemos ver que la culpa aparece siempre en la infancia, antes que el habla o la capacidad de andar. Basta una ligera desatención de nuestros padres para que sintamos que nuestra supervivencia está amenazada. Si la amenaza es poderosa, el miedo será intenso. La forma más habitual de sofocar ese miedo, para un bebé sin recursos, es pensar que esa desatención es consciente; que lo han hecho a drede y que se debe a un castigo por algo que el bebé ha hecho mal.

Ya sé que suena exagerado o alarmista, pero fíjate: si has convivido alguna vez con algún bebé, sabrás que los bebés están todo el rato reclamando nuestra atención. Somos los suministradores de todo lo que necesitan, no pueden hacer nada por sí mismos y nos lo tienen que pedir todo. Incluso lo exigen con gritos y llantos. Nos dan amor, caricias y sonrisas, les gustan los abrazos, pero también nos exigen que satisfagamos todas sus necesidades de confort térmico, higiene y alimento. Y bien que se quejan cuando no obtienen lo que desean. Y también les entra miedo.

Son seres conscientes aunque no sepan hablar, saben que dependen de nosotros y que no pueden obtener alimento, por ejemplo, si no se lo damos nosotros. Y si nos retrasamos o, peor aún, si no nos viene bien atenderle en ese momento, sienten un miedo profundo a morir, a no sobrevivir.

Como ese miedo es tan intenso, la psique activa un mecanismo muy útil, tapa la emoción del miedo con otra emoción más llevadera. Así, es más fácil, menos doloroso, para una criatura dependiente y sin recursos, pensar que es «por mi culpa» que pensar que «mi vida corre peligro».

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Como puedes ver, en ambos enfoques, el espiritual y el psicológico, el origen o la causa de la culpa es falsa. Aunque la emoción es real. Esto es, siento culpa, es real, pero no por la razón que creo… Todo esto está muy bien, pero…

¿Qué hago con estas emociones tan intensas y desagradables que me afectan “día sí, y día también…”?

La solución, más allá de esas comprensiones, es permitir el sentir, siempre. Esto es, si viene la emoción de la culpa, sumérgete en ella, siéntela, no te va a matar ni te va a obligar a hacer nada. Siente esa culpa y observa todo lo que se mueve en tu interior. Date cuenta de todos los pensamientos y emociones que aparecen, no solo de culpa, también de indefensión, de victimismo, de frustración, etc, en una combinación única para cada situación y cada persona.

Si profundizas, si preguntas honestamente y permites que la respuesta llegue, verás la emoción que estás tapando con la culpa: el miedo, la soledad o la tristeza.

Comprender lo que realmente sientes y darte cuenta de que tienes esa tendencia a tapar las emociones por otras más llevaderas, te dará una visión más amable de la vida. Verás que todo es mental, una interpretación de tu psique, de tu ego. Se crea una especie de desapego con las emociones, te permite verlas más como son: energías que van y vienen, que aceptas o rechazas.

No puedes hacer desaparecer una emoción desagradable, por mucho que intentes rechazarla. Solo puedes permitir que te atraviese. Esto es, tienes estas dos opciones:

🌻 Si consigues taparla con otra emoción más llevadera, estarás sumando más emociones desagradables a tu repertorio particular de dolores inconscientes: estarás llenando más y más esa mochila invisible que cargas sobre tus cansados hombros.

🌻 Si permites que te atraviese, si la enfrentas y la sientes con toda la intensidad que traiga, sin juzgarla ni rechazarla, verás que la emoción, cualquiera que sea, es solo energía que te atraviesa como una ligera brisa o un fuerte golpe de viento. Solo eso, porque una emoción permitida no deja residuo.

Una emoción permitida no deja residuo

Si te resuena este camino de sanación, si crees que profundizar en las causas del sufrimiento para poder liberarlas es lo que necesitas, busca un terapia enfocada en destapar las causas inconscientes de tu sufrimiento. Una terapia que tenga herramientas o recursos para sanar aquello que se destape.

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Y mientras van aprendiendo, recuerda que siempre, siempre, siempre, puedes pedir perdón:

🌻 Si hice algo mal, me disculpo.
🌻 Si tiene remedio, lo arreglo.
🌻 Si no tiene remedio, me perdono…
🌻 Me perdono, porque…

Tengo derecho a equivocarme, tengo derecho a perdonarme

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En el Centro Alsia tenemos muchas herramientas para aprender a atender las emociones y liberarnos, por fin, de su influencia, puedo ayudarte

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